¿Te han discriminado alguna vez?

EDITORIAL.

Agosto-09
SER O NACER.
El siglo XXI llega sin contestar aún la pregunta de qué es lo que provoca que ciertos individuos tengan la afinidad o inclinación erótico-sentimental hacia personas de su mismo sexo. Al contrario de encontrar una respuesta al por qué de la homosexualidad, más bien se han derrumbado viejas teorías surgidas tanto de la ciencia más imaginativa como de las teologías más recalcitrantes.

Hoy en día sabemos que el hombre homosexual no tiene más hormonas femeninas que el heterosexual y que no hay características físicas propias de los homosexuales que puedan distinguirlos de los heterosexuales. Importantes instituciones psicológicas en todo el mundo han llegado a la conclusión de que el abuso sexual, la violencia física en la infancia o la falta de un padre fuerte y cercano al hijo no son necesariamente experiencias que conduzcan a la homosexualidad al individuo que las vivió.

En 1973 la asociación psiquiátrica estadounidense decidió eliminar la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, desde entonces el trabajo inclinado a la salud mental ha cambiado, de manera rápida y sostenida, su enfoque de “curar” la homosexualidad al de promover la aceptación de muchas y variadas formas de vivir la sexualidad como parte elemental de una vida saludable.

El 17 de mayo de 1990 la organización mundial de la salud (OMS) excluyó la homosexualidad del código internacional de enfermedades, desde entonces se ha insistido sin equivocación que la homosexualidad como tal no es una enfermedad y por lo tanto no es curable.

A más de 20 años de investigación la búsqueda del gen homosexual ha fracasado.

Por otra parte, aunque las cúpulas de las iglesias más practicadas en el mundo como el judaísmo, el cristianismo y el Islam mantienen la postura de considerar la práctica homosexual (sólo la práctica) como un acto contra natura, ofensivo al individuo y al orden divino. Son muchos creyentes de esas religiones que han venido aceptando, sobre todo en los países donde la democracia y el estado laico se ha profundizado, el avance de algunos derechos sexuales, como el abolir la persecución y el hostigamiento por orientación sexual o la aprobación de las leyes de unión civil que otorgan seguridad social a parejas del mismo sexo.

“Nacemos o nos hacemos” era la pregunta sobre la que había girado la posible o no normalización de la homosexualidad y de las prácticas homosexuales. Aunque aún no sabemos la respuesta, lo que sí sabemos es que el individuo homosexual no está enfermo, ni se cura, ni contagia y que su vida diaria puede ser saludable, productiva y llena de felicidad como la de cualquier otro individuo. Lo que también sabemos es que nadie tiene por qué entorpecer o negar al individuo homosexual su derecho a manifestarse públicamente, a casarse con alguna persona aún cuando sea de su mismo sexo y a poder ser padre o tener el pleno derecho de adopción, entre muchos otros derechos civiles porque justamente no está enfermo y es una persona saludable como lo son los de piel negra, los judíos, la mujeres, los indígenas, en fin.

El colectivo LGBT tiene que ser liberado de hostigamientos, amenazas, presiones y actos humillantes, sin “peros”.

La homofobia no se justifica, se combate y debe destruirse.

José Eduardo Rodriguez Pérez
Red Universitaria LGBTH

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